Biarritz. Le Beau Livre De L'Été (parte 19).

Las mejores fotografías de viaje son aquellas que tienen el poder de captar el espíritu del lugar en el que has estado. Cuando observas una de esas imágenes, y aunque haya pasado mucho tiempo desde el instante en el que se tomó, su visión logra devolverte otra vez a aquel lugar. Ese "viaje mental" creo que es más sencillo cuando las fotografías han sido sacadas por uno mismo. Cuando no es así, sólo las de los mejores tienen esa capacidad. 

Cuando a principios de este verano supe que César Ancelle-Hansen había editado "Le Beau Livre de L'Été" (El bonito libro del verano), no había pensado todavía en volver a Biarritz, así que tenerlo iba a ser una manera de viajar hasta allí.

Ya en Francia, y en nuestro primer día, entré en la librería que hay al lado de nuestra casa para ver si lo tenían. No hizo falta ni preguntar: allí estaba sobre una mesa, él y otra media docena de libros sobre surf, editados por Éditions Atlantica. "Le Beau Livre de L'Été!!", exclamó el librero en un perfecto francés cuando se lo entregué para que me cobrase. Sus palabras más que una identificación del título del libro, sonaron a la expresión de su opinión sobre su contenido.

Ya de vuelta, y tras abrir por décima vez la primera de sus páginas, me traslado fácilmente de nuevo hasta allí. Independientemente del valor de cada una de sus fotografías, el conjunto logra recrear el ambiente de la ciudad, al menos el que percibe alguien que vive de cara al mar y que pasa buena parte de su tiempo en la playa. Un mezcla de salitre, arena y surf, que es también la representación de una comunidad formada por personas que saben disfrutar de la vida y del mar, aunque de un modo distinto al común del de la "gente de mar".