22.4.11

SUCEDIO EN A CROA. 1770.










“Qué vista tan magnífica si no nos amenazase”

-Juan Joaquín Moreno, Teniente Coronel de la Armada 
tras avistar a la flota inglesa frente a la costa de Doniños el 25 de agosto de 1800.

Desde la croa tu visión puede girar 360 grados abarcando en cualquiera de las direcciones un amplio campo. Hacia el Norte el Outeiro, el Monte de Lobadiz y San Jorge. Hacia el Oeste el mar y las Illas Gabeiras. Al Sur, Penencia, la laguna y los acantilados de Cabo Prioriño. Más al fondo la costa de A Coruña, desde la ciudad hasta las Islas Sisargas, en la Costa da Morte. Y al este, el pueblo y el valle. Sin duda un lugar privilegiado para asentarse.

Así lo debieron de pensar hace siglos los habitantes del castro que aquí se construyó. Cerca tenían a su disposición, para abastecerse, un gran volumen de agua dulce proporcionado por el lago. En las laderas del valle amplios prados y tierras muy fértiles en las que cultivar. Y en la costa, los acantilados y el mar como fuente inagotable de comida. Y lo más importante: protección. Sobre un alto, rodeados en buena parte por el mar, ubicados en un lugar desde el que poder divisar la llegada de un visitante o un enemigo con mucho tiempo de antelación.

Y precisamente por esta posición estratégica, a finales del siglo XVIII, se decidió construir aquí un Castillo, la batería costera más exterior del sistema defensivo de la Ría de Ferrol, liderado por los Castillos de La Palma, San Felipe y San Martín.

En el año 1770 el ingeniero militar Miguel de Hermosilla fue enviado hasta Galicia para realizar diversos proyectos. Entre ellos, y en ese año, junto con su ayudante Blas Gil de Bernabé, inició el levantamiento topográfico de los terrenos sobre los que construir una fortaleza de costa en el exterior de la Ría de Ferrol. Durante varios meses levantaron, en un total de 9 hojas, los planos del “terreno, arenal y lago” de Doniños. Posteriormente iniciaron la elaboración del proyecto del Castillo, cuya redacción se finalizó en 1772.  Tras redactarse el proyecto, se iniciaron las obras, concluyéndose las mismas en el año 1795. Al castillo se le dotó con 4 cañones del calibre 12, y con una dotación de 40 hombres.

Cinco años más tarde, la Batería de Doniños jugaría un papel fundamental en la defensa de la ciudad de Ferrol tras el desembarco de los ingleses el 25 de agosto del año 1800. Tras aquella batalla el Castillo quedó en buena parte destruido.

En la actualidad se conserva de él parte de su frente de mar, constituido por un muro de unos tres metros de altura, así como restos de la cimentación del mismo. Su interior, donde estarían las troneras y estancias de los soldados, está protegido por una densa mata de matorrales, esperando que algún día las autoridades decidan poner la fortaleza en valor.

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