25.8.11

SUCEDIO EN A CROA. 1800.


Mapa de la Ría de Ferrol con la escuadra inglesa frente a Doniños. Publicado por J. Montero Arostegui. 1859. 


Se sabe que entre los años 1768 y 1769 los ingleses habían encargado, a su servicio de espionaje, un informe con objeto de conocer cuál sería el mejor método para atacar la plaza de Ferrol, así como cuáles serían los beneficios que podrían obtener en el supuesto caso de que la operación militar resultase un éxito. El informe fue realizado por el Mayor Hugh Debbieg, del cuerpo de ingenieros británico, que gracias a la información recogida sobre el campo, elaboró un detallado plano y descripción de las condiciones estratégico-defensivas de nuestra ciudad. El informe se centró sobre todo en la base naval, para la cuál elaboró un minucioso plan de ataque que permitiría la completa destrucción de la Armada que allí se fondeaba. El plan elaborado por Debbieg tenía un antecesor en el redactado por James Bruce de Kinnaird, que en 1757, y haciéndose pasar por un viajero, y apoyándose en su dominio del castellano, había logrado una más que interesante información.

En su informe Debbieg informaba que la invasión sería una “empresa ardua y llena de dificultades”, debido al gran número de efectivos que sería necesario destinar y al volumen de defensas que cubrían la entrada de la ría. Por ello, en el plan lo que se proponía era plantear el desembarco por la playa de San Jorge, al Norte de la ría, y las de El Raso o Seselle al Sur. Con parte de las tropas en tierra, la acción terrestre se combinaría con la acción de las fuerzas navales, con el objeto de hacerse con el control de las Baterías del canal de entrada, centrándose el ataque sobre todo en el Castillo de San Felipe. De ahí, y combinando de nuevo los ataques por mar y tierra, se neutralizarían los temibles fuegos de la “Gran Batería” del parque del Arsenal, para a continuación, hacerse con el Arsenal, la ciudad, y su recinto amurallado.

El informe de Debbieg iba incluso más allá, y planteaba desde Ferrol, la invasión completa del Reino de Galicia, lo que traería para los británicos, y sus tradicionales aliados portugueses, grandes ventajas: “no sólo se desalojaría a los españoles de un vasto reino, y de su Flota", sino que además entraría “en posesión de la multitud de ganado que posee y que constituye la mitad del suministro de la Corona”.

Grabado de la Ría de Ferrol con el combate en los altos de Brión y disposición de las fuerzas en la Ría de Ferrol.


El 25 de agosto de 1800, una poderosa escuadra a las órdenes del vicealmirante John Borlase Warren, y con el teniente-general James Murray-Pultney a bordo, navegaba aproximándose a las costas gallegas. El centenar de barcos que la componían, entre navíos de guerra y buques de transporte (en total 7 navíos de guerra, dos de ellos de tres puentes, 6 fragatas, 5 bergantines, 2 balandros, una goleta y 87 buques de transporte), no tardó mucho tiempo en ser avistado cuando hacia al mediodía su presencia fue advertida primero por los vigías del puesto de Monteventoso, y más tarde, por otros puestos de observación cercanos.

Ajenos a la amenaza que se avecinaba, las autoridades navales de la ciudad, estaban celebrando en la Capitanía de Ferrol la onomástica de la Reina María Luisa. En plena celebración recibieron las primeras noticias. En un primer momento la reacción fue de cautela. No era raro que en tiempos de guerra el tráfico naval frente a las costas fuese frecuente y numeroso. Sin embargo, y a medida que avanzaba el día, el goteo de informaciones que llegaba era cada vez menos halagüeño.

Con objeto de despistar a los oteadores costeros, la flota enemiga ondeaba la bandera francesa, intentando hacerse pasar por una armada de un país aliado. Sin embargo pronto fueron descubiertas sus verdaderas intenciones.

Los británicos eligieron como lugar de desembarco las playas de Doniños (que contaba con un castillo construido en 1795) y San Jorge. Tras el desembarco las tropas invasoras, cargadas de artillería, sólo consiguieron alcanzar los altos de Brión antes de que cayese la noche, en donde decidieron acampar tras algunas escaramuzas de cierta importancia. La noche fue de calma.

Al amanecer del día 26 de agosto, las tropas de los dos ejércitos se vieron las caras: el inglés perfectamente uniformado, bien armando, haciendo gala de su gran superioridad numérica y a la ofensiva; los lugareños a la defensiva, tratando de ocultar su inferioridad y con la sola ventaja de dominar el terreno.

Las tropas, con el apoyo de las milicias campesinas, consiguieron entorpecer los planes británicos, pero no lograron evitar que éstas superasen el alto y continuasen su marcha hacia A Graña, el Vispón y San Felipe, el primer gran objetivo del ataque.

Sin embargo, y gracias a las dificultades orográficas, que retrasaban el avance de la artillería,  la formación inglesa, quebrantada por las emboscadas, tuvo que irse retirando hasta que, a última hora del día 26, los mandos ingleses ordenaron un apresurado reembarco que finalizó el día 27 de agosto.


Adaptado del texto publicado en el libro "Ferrol y las defensas del puerto de guerra del rey", de Alfredo Vigo Trasancos e Irene Mera Álvarez.

2 comentarios:

  1. Muy interesante.
    Estamos esperando un ataque pacífico; bien uniformado y preparadao para surcar las olas de Ferrolterra. Esperemos que en las batallas navales de SURFUSIOM Y PANTÍN CLASSIC nuestras tropas y efectivos dejen el pabellón bien alto y salgamos victoriosos

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  2. Muy interesante el relato Chus. Hoy día las cosas han cambiado mucho y los ataques son más sutiles, se dirigen a la economía y a la prima de riesgo por ejemplo, pero está claro que continúan y cada país persigue sus propios intereses...

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