Hace ya algunas semanas que me acerqué hasta la playa de Lobadiz. Hacía años que no iba, así que cuando llegué me acordé de los restos del barco que descansan en la playa, y que se encuentran esparcidos por la arena, entre las rocas y en los acantilados. La marea estaba baja, muy baja, lo que hacía que fuesen muchos los que quedaban a la vista, como emergidos del mar.
Cuando llegué a casa busqué en el libro "Os Naufraxios da Galicia Norte", de Hixinio Puentes Novo, de que barco se podía tratar. Enseguida pensé en el "Arcangel San Rafael", del que ya conté su historia hace meses y que naufragó en este tramo de costa en 1958, pero por el tiempo transcurrido y el buen estado relativo de los restos, pensé en un naufragio más reciente. Y entre todos los que se produjeron en esta zona, fue como llegué al Iruz, y un año, 1986.
El Iruz había sido construido para la Naviera Álvarez en 1975 en los Astilleros del Atlántico, situados en la playa de San Martín, Santander. Tenía 84 metros de eslora y 14,64 metros de manga. En su última travesía viajaba desde el puerto de Newhaven, en Inglaterra, con rumbo a Ferrol, donde le esperaba un cargamento de piedra.
A las diez y media del día 21 de noviembre de 1986, y en un fuerte temporal, el barco embarrancó en los bajos de las Islas Gabeiras, al pie de la punta y el castro de Lobadiz. Rápidamente la tripulación, formada por 13 hombres, abandonó el barco en dos balsas. Una de ellas, en la que se refugiaban 11 de los tripulantes, fue enseguida arrastrada hacia las rocas. Antes de que impactase contra los acantilados, los marineros lograron abandonar la balsa y subirse a la otra embarcación en la que estaban sus otros 2 compañeros.
Con todos a bordo en la pequeña balsa, consiguieron alejarse de los acantilados. Tras una hora en el mar, la tarrafa "La Madre" vio las bengalas que los náufragos habían lanzado indicando su posición. Debido a las malas condiciones de la mar, y a la escasa visibilidad, los marineros tardarían aún una hora más en subir a la embarcación que los venía a rescatar, y que los condujo hasta el puerto de Sada, de donde era originario el capitán del barco.
A los pocos días el Iruz, embarrancado, se partió definitivamente en dos, esparciendo sus restos por los acantilados y la playa de Lobadiz.
Que bueno,yo estaba aparcado en Doniños esa noche de temporal tremendo,con otros colegas,borrachos en el coche y volviendo de una fiesta;y aunque no nos enteramos del naufragio ,si subimos al barco al cabo de unas semanas,cuando una mitad estaba encima de las rocas.Tengo sus libros de faros y trozos del libro de bitacora.Estar dentro del puente,salpicado por las olas,todo patas arriba y con una escora de muerte...salir de alli cargado de libros...de lo mas emocionante.Un saludo.
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