El sábado pasado, ante la pobre
previsión de olas, decidimos madrugar y recorrer la senda litoral que une
Ponzos con Campelo para ver si había suerte y encontrábamos algún sitio en
donde surfear. Si las olas finalmente no aparecían, tampoco era tan mal plan
disfrutar de las excelentes vistas de este tramo de costa.
Comenzamos por Ponzos, en donde
los primeros paseantes comenzaban a recorrer la playa. Parecía haber algo más
de mar que en Doniños, pero insuficiente, así que pusimos rumbo hacia El Casal,
en donde tampoco encontramos olas.
En medio del camino, antes de
llegar a Campelo, y al ver el cartel que anunciaba nuestro paso frente a Pena
Sopesa, me acordé de una historia que sobre este lugar me contó hace tiempo
Carlos Bremón. Así que nos desviamos y cogimos el camino que nos llevó hasta
ella.
Pena Sopesa es un islote, de
unos 50 metros de ancho por 150 metros de largo, que se alza sobre el mar en el
fondo de un acantilado. Su base está horadada por una caverna que lo atraviesa
de lado a lado, y a través de la cual se puede pasar en marea baja. Su altura
máxima fácilmente supera los 30 metros. Para acceder a la isla, si no eres
escalador, lo más sencillo es hacerlo por su cara más expuesta. En el lado
protegido existe una cuerda que es utilizada por los mariscadores para ascender
a la isla.
Las características y ubicación
del lugar le hacen a uno sospechar que éste puede ser otro de esos lugares de
nuestra costa llenos de historias. De hecho, en el camino por el que hemos
llegado hasta aquí, se contaba que, coincidiendo con las fiestas de Cobas,
los vecinos habían visto en varias ocasiones a un jinete, que identificaron con
el demonio, y que iba dejando tras de sí, mientras galopaba a toda velocidad,
una estela de fuego.
Varias campañas arqueológicas
han localizado vestigios de un castro, lo que confirma que hace años la isla no
sólo estuvo habitada, sino que posiblemente fuese una península unida a tierra
firme por un cordón de material que el mar se encargó de erosionar.
Al parecer el nombre de Pena
Lopesa, se debe a un tal Lopo de Lago, del cual se dice que construyó un
castillo sobre la peña. La fortaleza fue destruida cuando Lopo, en un ataque de
furia, asesinó a su mujer.
Otra curiosa leyenda cuenta que
un rey, descendiente de Lancelot, y que tal vez podía ser el mismo Lopo de
Lago, poseía en la isla un castillo con un enorme tesoro. Un día unos ladrones
lo asediaron rodeándole y no dejándole salir de la isla. Sólo disponía de una
pequeña provisión de maíz para subsistir, con lo que los ladrones pensaron que
o abandonaba la isla, o moriría de hambre. Sin embargo, el poco maíz que tenía
lo utilizó para dar de comer a las aves, y alimentarse con ellas dándoles caza.
Tras esta muestra de ingenio los ladrones desistieron y abandonaron la costa.
La última de las leyendas cuenta
que otro rey, perseguido por la justicia, buscaba siempre refugio en el castro,
para lo cual entraba cabalgando con las herraduras de su caballo puestas al
revés, haciendo creer así a sus perseguidores que salía en lugar de entrar cada
vez que se refugiaba en la isla.
Tras comprobar en Campelo que la
fuerza del mar tampoco era suficiente, regresamos a Doniños, en donde al
menos hubo un baño, aunque raquítico, con el tablón.
bonita leyenda! gracias por compartir.
ResponderEliminarUn saudiño.